Mi letra ya no es la mía
Mi letra ya no es la mía
Para los adultos mayores, la pérdida de la letra suele ser una fuente de desilusión y tristeza. La dificultad para anotar o firmar la experimentan, claro está, como una pérdida de una capacidad muy importante vinculada con la libertad y la identidad.
¿Qué hacer cuando esto empieza a suceder? ¿Qué consejos hay para demorar este proceso?
A continuación, El Jardín de Mis Abuelos les brinda algunas sugerencias.
La importancia de los ejercicios de motricidad, letra y caligrafía
Si bien no es fácil acompañar a nuestros seres queridos durante su proceso de envejecimiento, lo recomendable es ocuparse y no preocuparse. Por supuesto que el deterioro es imposible de evitar, pero también es cierto que se puede retardar un poco y disminuir su impacto. ¿Cómo? Muy simple: entrenando.
Es normal que los adultos mayores utilicen cada vez menos lápiz y papel. El problema surge, entonces, cuando deben anotar algo que no quieren olvidar o cuando deben firmar un documento importante. Por más de que la tecnología avance cada día más y la firma electrónica tiene cada vez más presencia, por ahora la letra sigue formando parte de nuestra identidad y escribir, una habilidad muy necesaria.
Por esto, aconsejamos ejercitar tanto la caligrafía como la motricidad fina. Existe una gran variedad de ejercicios en Internet de descarga gratuita para practicar y mantener la letra.
Asimismo, hay muchos accesorios disponibles para entrenar la fuerza y precisión de nuestros dedos y manos. No hace falta ir a un kinesiólogo, se puede hacer incluso en la casa. Algunos entrenamientos consisten en apretar fuertemente pelotitas de goma o separar garbanzos u otro tipo de legumbre. La tarea consiste en trasladar de un recipiente a otro materiales de diversos tamaños (se recomienda empezar de más fácil a más difícil).
Quizás estas ideas no resulten muy atractivas, pero los beneficios sí debieran convencernos.
Muchas veces, por impaciencia o simplemente por las ganas de ayudar, impedimos que los adultos mayores realicen actividades que para ellos son muy importantes y beneficiosas, como atar lazos y cordones, prender botones, cerrar cremalleras y hebillas, ponerse aros, collares o pulseras; afeitarse, lavarse los dientes… Es recomendable, en la medida de lo posible, dejar a los adultos mayores que hagan estas tareas por sí solos para que conserven su autonomía y mantener su autoestima lo más alta posible.
Ante cualquier duda, se puede consultar con el médico de cabecera e incluso contactar a un terapeuta ocupacional. Estos profesionales se encargan de capacitar a las personas para que estas alcancen el mayor grado de independencia posible en su vida diaria, contribuyendo a la recuperación de su enfermedad y/o facilitando la adaptación a su discapacidad.