¿Ya estoy grande?

 

¿Ya estoy grande?

Muchas personas mayores suelen pensar que, tras cumplir una determinada edad, emprender un proyecto o lograr una meta es algo imposible o sumamente difícil. Si bien existen algunos obstáculos que durante la juventud son más fáciles de sortear, hay otras habilidades y circunstancias que sin duda pueden ser explotadas. La madurez, la experiencia y, claro está, el tiempo libre, son bienes invaluables. Por esta razón, el Jardín de Mis Abuelos les invita a reflexionar y repensar esos proyectos abandonados o jamás comenzados.

Nunca se es demasiado grande (o viejo)

Obviamente que el envejecimiento es real. Por supuesto que nos vamos desgastando en algunos aspectos. Pero cada vez se piensa más a la edad como una construcción social. Lo que sucede, además, es que la sociedad en la que vivimos suele menospreciar la sabiduría de los más grandes y todo lo que ellos tienen para ofrecer.
Sin embargo, hay ciertas figuras que nos demuestran que nunca se es demasiado grande.
Tal es el caso del ingeniero Rafael Kohanoff, el profesor Tetsuya, el coronel Sanders y la atleta Diana Nyad. ¿Los conocemos?

Rafael Kohanoff

El ingeniero químico de más de 90 años lidera un grupo del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) que desarrolla tecnologías para que adultos mayores y personas con discapacidad puedan ponerse las medias, abrocharse los botones o levantar el bastón del piso. Según contó a REDACCIÓN, su trabajo consiste en pensar: detecta los problemas de la gente y piensa soluciones. “Hay que mantenerse en movimiento. Recorro los asilos de ancianos y les pregunto qué inconvenientes tienen en su vida diaria”, explica.
“Si uno tiene pensamientos virtuosos, eso actúa sobre el cerebro, y el cerebro actúa sobre el organismo. Pero los pensamientos melancólicos o tristes, también actúan aunque negativamente sobre el organismo. Una persona mayor se sienta y piensa que ya no puede hacer nada, la sociedad y la familia la excluyen. En resumen, si vos no hacés nada nuevo vas a lo viejo. El consejo básico es: nunca pares de pensar en cosas nuevas, que te den satisfacción. Esta es mi edad gloriosa, hago lo que quiero, el tiempo que quiero y mi satisfacción es saber que lo que hago le sirve al otro”, sostiene.

Sanders, fundador de KFC

Luego de que el jubilado coronel Sanders vendiera comida para viajeros en su propio comedor, decidió abrir su propio restaurante, en el que patentó su receta de 11 especias conocida mundialmente. Después de verse obligado a cerrar el restaurante y quedarse con tan solo 100 dólares, Sanders comenzó su travesía por todo el país ofreciendo su franquicia de pollos fritos. El trato era sencillo, si les gustaba su receta, el Coronel cobraría 1 centavo por cada plato de pollo vendido. Así fue como nació una de las cadenas de comida rápida más famosas del mundo.

La moda y el deporte no son solo para los jóvenes

Tetsuya, un profesor de química jubilado de 84 años sin el más mínimo interés en la moda, logró convertirse en un ícono del estilo después de dejar que su nieto lo vistiera para una sesión de fotos. Fue –y sigue siendo– furor en Instagram.
Por su parte, Diana Nyad nadó de Cuba a Florida, a los 64 años. Diana batió el récord que fue su obsesión durante 35 años: ser la primera en atravesar nadando de Cuba a Florida sin protección contra tiburones ni ningún traje especial.

 

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